martes, 25 de octubre de 2011

First Time - Parte 3: Mirame y no me toques: tocate
Dijo que nos calentábamos de esa manera porque éramos personas “que pensábamos mucho”. Hablamos de nuestras historias como quien cuenta una película, soy buena narrando y él también, por eso nos divertimos. Las pausas del chat se desvanecen en vivo, no se puede poner “perdón, estaba en el baño”, “perdón, me sonó el celular”, “se me cayó Internet”… No. Hay que soportar el silencio y las miradas y el olor de la piel.
Tomamos vino, mucho vino y yo ya tenía muchas ganas que me coja, que me penetre, que era justo lo que había dicho que no iba a hacer. El dijo que su paranoia no le permitía hacía años tener sexo real con ninguna mujer, y la verdad era que casi nadie ya lo tenía. Sólo en el campo, en lugares muy subdesarrollados tenían ese sexo antiguo y brutal que exigía una penetración ajena. Nosotros, hombre y mujer de esta generación sólo por “pensar demasiado” desafiábamos al cuerpo.
Nos temblaba la voz. Pero él sabía que yo no tenía bombacha y yo sabía que él sabía.
Al rato, al mucho, rato, al rato de hablar de nuestras infancias-adolescencias-padresseparados, me dijo “levantate el vestido” Yo puse una pierna sobre la mesita y la otra sobre el apoyabrazos el sillón. Levanté, tan lento, tan lento, tan lento, tan lento, mi vestido. Sentí correr la tela sobre mis piernas, sobre mis muslos. Y el cinto de mi vestido, quedar justo sobre la línea irregular que dibujan los labios de mi concha. Me dijo “todo” y yo, como acariciándome, como masturbándome, como deseando que fueran sus dedos y no mi vestido, corrí ese eterno y verde pedazo de tela. Quedé al desnudo. No, estaba completamente vestida. Mis pies adentro de mis medias, adentro de las botas, mi cuerpo bajo el vestido. Sólo mostraba para su goce, para mi regocijo: mi concha frágil, temblorosa, húmeda, ardiente de deseo. Al final, me sentía poderosa. Mi poder estaba en mi exposición, en mi desnudez, en mi obscenidad, en mi valentía. “Tocate” ordenó y yo obedecí, sabiendo que era yo quien mandaba.

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